La resiliencia: levantarse tras las caídas, superar obstáculos

La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos para reponernos ante las circunstancias adversas que se nos presentan en la vida. Se puede explicar como una actitud de superación emocional que puede ser aprendida a lo largo de la vida, y que depende de múltiples factores personales y sociales.

En física el término resiliencia hace referencia a la capacidad que tienen algunos materiales a volver a su forma original cuando han sido deformados anteriormente, y es precisamente esta capacidad de reponerse ante una situación difícil a la que nos referimos en Psicología.

Cuando nos encontramos antes situaciones adversas o duras emocionalmente hablando, las personas tomamos diferentes actitudes, que determinarán en un futuro cómo aceptamos los obstáculos que se nos presentan. Resiliencia no significa no sufrir, resiliencia significa aprender de estas experiencias para hacernos más fuertes.

¿Cuáles son los factores que influyen en la resiliencia?

Factores personales:

Hay personas que nacen con una serie de recursos personales que les permiten superar más fácilmente la adversidad, lo que no quiere decir que la resiliencia sea únicamente algo innato.

Las personas puede aprender a desarrollar una serie de capacidades y habilidades a partir de cómo manejan las situaciones difíciles y dolorosas.

Algunos de los factores personales que ayudan a afianzar la resiliencia son: una alta autoestima, capacidad para aceptar el dolor como parte inherente a la vida, saber gestionar de los sentimientos y emociones, capacidad para frenar los impulsos, capacidad resolutiva ante conflictos, etc.

Factores sociales:

Un buen establecimiento de lazos y vínculos con amigos, familiares o compañeros contribuye a afianzar la resiliencia de la persona.

Las relaciones sociales y personales sanas y estables generan confianza y seguridad en uno mismo y en los demás, por ello resultan prácticamente imprescindibles para generar ciertos impulsos y estímulos a la hora de superar la adversidad.

resiliencia

¿Cómo podemos fomentar la resiliencia?

Existen una serie actitudes y comportamientos que influyen a un desarrollo mayor de la resiliencia:

Tener vínculos estrechos con otras personas: las relaciones sociales por sí mismas constituyen un factor que amortigua el dolor.

Aceptar que el cambio forma parte inherente de la vida: saber aceptar e interiorizar que quizás hayan sueños que no podremos cumplir, o actividades que no podremos volver a realizar. Que estos sueños y actividades han de ser sustituidos por otros

Tomar decisiones ante las situaciones adversas y no esperar simplemente a que desaparezcan por si solas.

Establecer metas y encaminarse hacia ellas, dejando que emociones como el orgullo y la superación nos invadan tras la consecución de los objetivos.

Dar lugar y espacio para el autoconocimiento, valorando los puntos fuertes y sabiendo determinar que puntos débiles se pueden trabajar y cuáles hay que aceptar como parte de uno mismo

Tener una visión positiva de uno mismo y del mundo, visualizando el futuro de manera optimista para permitir que cosas buenas ocurran.

Ver las situaciones con perspectiva, dando paso a pensamientos que incluyan un futuro a largo plazo.

No ver los obstáculos como insuperables, todo puede superarse con el trabajo y las herramientas adecuadas.

Carmen Baquedano

Las distorsiones de la realidad

En ocasiones la mente nos juega malas pasadas y nos lleva a pensamientos y creencias que no son del todo ciertos, que nos hacen daño y perjudican nuestras relaciones sociales, nuestras relaciones personales y nuestra autoestima.

Pero los pensamientos son la forma que tenemos de ver la realidad, no la realidad en sí misma, lo que hace que a veces distorsionemos aquello que pasa para que se ajuste a una serie de expectativas (en muchas ocasiones negativas) que tenemos de nosotros mismos, de los demás y del mundo.

Cuando nos enfadamos, cuando estamos tristes, cuando algo no nos sale como queremos y nos frustramos, tenemos pensamientos automáticos, que en muchas ocasiones nos cuesta identificar y más aun controlar, y que nos hacen experimentar un gran malestar. Por ejemplo, suspender un examen nos puede hacer sentir malos estudiantes y fracasados; discutir con nuestros seres queridos puede hacernos sentir poco queridos o valorados. Todo esto provoca que nuestros sentimientos negativos aumenten, y que los pensamientos negativos se vean confirmados, cuando sabemos de sobra que suspender un examen no significa fracasar, al igual que discutir no hace que los demás dejen de querernos y valorarnos.

Esta manera distorsionada de ver la realidad conduce a pensamientos automáticos como “soy un/a inútil”, “nadie me querrá nunca”, “no sé hacer nada”, etc. Los pensamientos automáticos son negativos, irreales y dañinos para nosotros y para los demás. Por ello es importante reflexionar, intentar no ser impulsivo/a, y saber determinar cuáles son aquellos pensamientos que nos perjudican: “soy un fracasado y por eso he suspendido” vs. “he suspendido y la próxima vez me tendré que esforzar más, un suspenso no determina mi valía” .

La persistencia de este tipo de pensamientos está presente en muchos trastornos como depresión, ansiedad o trastornos de personalidad.

Para llegar a alcanzar los pensamientos racionales hemos de trabajar, e identificar cuáles son los pensamientos automáticos negativos y dañinos, y reflexionar sobre qué pensamientos reales pueden sustituirlos. De esta manera nuestra autoestima mejorará, nuestras relaciones sociales también, al igual que las familiares, y en definitiva nos sentiremos más felices.

Carmen Baquedano Bellot

Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti

¿Alguna vez has escuchado hablar del término “asertividad”? ¿Sabes de qué se trata?

Cuando nos encontramos en situaciones en las que nos sentimos contrariados, tenemos que defender nuestros derechos, nos sentimos atacados, etc. podemos tomar diferentes estrategias para llevar a cabo la conversación.

Pongamos un ejemplo: estamos en una restaurante y pedimos un plato, pero hay un fallo y el camarero nos trae otro distinto. En este caso habrán personas que no digan nada por vergüenza o miedo a que les lleven la contraria y se queden con ese plato; habrá gente que se enfade y hable al camarero exaltado o gritando, aludiendo al mal trato que han recibido en el restaurante; y por último habrá gente que amablemente le diga al camarero que ha habido un fallo y que por favor le cambien el plato.

En el primer caso la actuación del cliente toma un estilo pasivo, no defiende sus derechos o sus preferencias por pensar que va a molestar a otros, y tendrá que comer un plato que quizás ni siquiera le gusta. En el segundo caso se toma un estilo agresivo, donde la persona defiende sus derechos a través de la falta de respeto a otros. El tercer caso es el estilo de comunicación que se conoce como asertivo, donde la persona defiende sus derechos respetando también los derechos del otro.

asertividad

Tanto en el estilo pasivo como en el agresivo se desarrollan emociones y sentimientos como rabia, ira o enfado, bien por habernos sentido insatisfechos por no defendernos, o bien por las conductas agresivas que derivan en sensaciones negativas.

La asertividad no es más que un estilo de comunicación que promueve el respeto propio y ajeno, estableciendo relaciones positivas con otros y aumentando así el bienestar percibido en las relaciones sociales.

Es importante reflexionar sobre cómo nos sentimos en las situaciones similares a la descrita en este artículo e intentar entrenar esta habilidad, observando cómo a través de este respeto mutuo y ajeno nos sentimos mejor con nosotros mismos y percibimos a los demás de manera más positiva.

Carmen Baquedano Bellot

¿Cómo poner límites a los hijos adolescentes?

limites

La importancia de establecer normas y límites en el ámbito tanto familiar como escolar con los niños y adolescentes radica en que ayudan a forjar una serie de principios sociales y personales que son fundamentales para el desarrollo de la persona.

Cuando un niño es pequeño las normas son impuestas, todavía no han adquirido la capacidad de entender el porqué no pueden por ejemplo acostarse tarde o porqué está mal gritar en un lugar cerrado. Según van creciendo van evolucionando y desarrollando capacidades cognitivas mayores que les permiten razonar, y gracias a ello, comprender el porqué de dichas normas.
En la adolescencia es común que los chicos y chicas se revelen contra las normas impuestas, que las encuentren injustas y sin sentido. Esto ocurre porque no se les ha explicado correctamente la importancia que tiene seguir una serie de pautas que les afectarán tanto a nivel social como madurativo. También puede ocurrir que las normas hayan sido muy laxas durante su niñez, y que cuando los padres se dan cuenta de que en la adolescencia quieren hacer cosas que no son adecuadas para su edad o que pueden resultar perjudiciales, les impongan una serie de límites que a ellos les cuesta comprender y aceptar.
Una buena manera de encauzar el comportamiento pasa por dialogar con los hijos y explicarles de manera tranquila y calmada el porqué tiene tanta importancia aquello que los padres consideran necesario, y que los propios hijos sean capaces de reflexionar sobre ello. También puede resultar muy positivo que los hijos colaboren en la elaboración de algunas normas o tratos “las 22,00 me parece buena hora para irme a dormir”, porque esto les hará más responsables de su cumplimiento.
El establecimiento y cumplimiento de las normas fomentará el desarrollo de una mayor responsabilidad, y les hará comprender la importancia de ciertos aspectos de la vida social, laboral, familiar, etc. que de otra manera sería difícil entender.

Una manera de reforzar el buen comportamiento pasa por elogiar aquello en lo que el hijo se ha esforzado, recalcando la importancia que para los padres tiene. Esto les aportará también una mayor seguridad en sí mismos, y reforzará el vínculo familiar. Otra forma de fomentarlo es mediante premios y castigos, que estén siempre en consonancia y proporción a lo que se ha cumplido o no. La consecución de premios a corto plazo estimula la motivación, y la consecución de premios a largo plazo hace que se desarrolle el valor del esfuerzo, de la paciencia y el aumento del autoestima.

Todas las normas y límites deben estar enfocadas a conseguir comportamientos, actitudes y valores que sean importantes en el ámbito familiar y escolar. Uno de los problemas ante el que nos encontramos en ocasiones es que los hijos no tienen claro qué deben o no deben hacer, y los padres en ocasiones se enfadan ya que bajo su visión existen cosas de “sentido común”, que no resultan tan obvias a niños o adolescentes. Es necesario que cuando existan este tipo de diferencias los padres se comuniquen abiertamente con los hijos, explicando todo aquello que se quiere transmitir de manera tranquila, clara y coherente.
De esta forma los chicos y chicas comprenderán mejor las normas y límites, y aceptarán en mayor grado su cumplimiento.

Carmen Baquedano

El mito del 10%

mito del 10

¿Has escuchado alguna vez que sólo utilizamos el 10% de nuestro cerebro? Seguramente sí, y como otras muchas historias se trata sólo de un mito muy extendido en nuestra sociedad.

Valeria Sabater explica en este artículo cómo ha llegado a estar tan extendida esta idea y porqué resulta fácilmente refutable desde el punto de vista científico.

http://lamenteesmaravillosa.com/es-verdad-que-solo-utilizamos-el-diez-de-nuestro-cerebro/

Las neuronas espejo y el desarrollo de la civilización

Los descubrimientos científicos se realizan en muchas ocasiones por casualidad, lo que llamamos serendipia, y fue así concretamente cómo se hallaron las neuronas espejo, que han desvelado claves muy importantes del funcionamiento de la conducta humana.

En este link podréis encontrar un artículo que explica cómo se descubrieron y cómo funcionan.

http://psicologiaymente.net/neuronas-en-espejo-la-construccion-y-comprension-de-la-civilizacion-ampliando-el-paradigma-cientifico/

neuronas espejo

¿Qué es la empatía?

La empatía no es únicamente ponerse en el lugar del otro, la empatía es algo que va más allá, pasa por comprender porqué una persona siente lo que siente, actúa como actúa y piensa como piensa, sin establecer juicios de valor.

El siguiente artículo explica ampliamente este concepto, y la importancia que supone para fomentar el bienestar personal y de quienes nos rodean.

http://www.blogseitb.com/inteligenciaemocional/2014/11/28/que-es-la-empatia-y-como-cultivarla/?utm_content=buffer088d3&utm_medium=social&utm_source=facebook.com&utm_campaign=buffer

empatia

Hijos adoptados y educación

Mucho se ha hablado y estudiado acerca de la educación en los niños, sobre la aplicación de premios y castigos como medida para reconducir su conducta. En este caso los premios son entendidos como aquellos privilegios que obtienen por haber realizado un esfuerzo al hacer una tarea, y un castigo se entiende como la supresión de dicho privilegio. Es decir, si un niño tiene dificultades para llevar a cabo sus obligaciones (como por ejemplo estudiar, recoger, etc.) podemos plantearnos una recompensa para él cuando las lleve a cabo correctamente, valorando por encima de todo su esfuerzo. No obstante siempre hay que tener en cuenta que los premios no deben ser de un valor alto, puesto que en este caso es posible que el niño o niña aprenda a manipular al adulto para conseguir aquellos premios que desea. Siempre hay que tener en cuenta que los premios deben de ser proporcionados a la acción realizada, y que sobre todo deben primar las felicitaciones y la expresión de orgullo de los padres por aquello que su hijo ha conseguido hacer.

Sin embargo cuando nos encontramos con niños cuya historia personal difiere de la habitual como puedan ser niños abandonados, adoptados, que han sufrido experiencias traumáticas, etc. esta manera de educarlos no siempre funciona, y hace falta acudir a otros recursos. Por lo general estos niños presentan graves problemas de vínculo debido a la carencia afectiva que arrastran, y es justamente este aspecto el que hace que debamos plantearnos si las técnicas habituales son útiles o no en estos casos. En ocasiones estos niños llevan a cabo conductas que son intolerables como arrojar objetos, pegar, autolesionarse, etc. y los padres les castigan, teniendo la esperanza de que el castigo suprima este tipo de comportamiento. El problema se presenta cuando el castigo sirve para seguir alimentando las conductas-problema, y se inicia una espiral de la que es difícil salir. No debemos olvidar que los niños llevan a cabo las conductas que han observado desde pequeños, independientemente de quienes hayan sido sus modelos a seguir.

Los castigos por si mismos no enseñan a los niños cómo deben comportarse, simplemente les dicen lo que no deben hacer, por tanto cuando a un niño nunca se le ha enseñado a relacionarse o a comportarse no tiene sentido castigarle, sino darle alternativas positivas y beneficiosas para que en un futuro cuando se encuentre en un contexto parecido sepa cómo debe gestionar sus emociones y conductas. Esto le enseñará a relacionarse mejor y a aprender las consecuencias tanto positivas como negativas de sus acciones, y es en este momento, cuando él ya tenga las herramientas para saber controlar sus emociones y conductas, cuando las técnicas habituales serán efectivas. Todo esto teniendo siempre en cuenta que una de las cosas más importantes a trabajar es establecer un vínculo seguro con ellos, para que se sientan protegidos y queridos.

Carmen Baquedano

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